Nací con retinitis congénita bilateral,una enfermedad bastante extraña que golpeó a mi madre en el embarazo por razones desconocidas, lo que me dejó con visión limitada. Esto complicó en cierto modo mi desarrollo, pero no lo detuvo. Gracias a la persistencia de mis padres logré estudiar en establecimientos corrientes, en los cuales se estaba iniciando con el proyecto de integración.
Desde pequeño tuve una imaginación incontrolable que se alimentaba día a día con los programas de la televisión, en especial con el animé japonés y animaciones americanas; y que con el tiempo fui canalizando en dibujos. Mentiría si dijese que mis bocetos eran maestros, ya que como imaginarán teniendo un problema visual se conseguía lo que se podía, pero fui feliz plasmando esos mundos y criaturas en papel.
Me centré en un universo que no tenía nombre, pero si sus propios dioses, dioses que surgieron de mi mente, al igual que todas sus razas. Este universo no tenía una trama escrita, pero las aventuras de mis seres las llevaba en mi cabeza, dibujando ciertos acontecimientos importantes,como batallas, encuentros o transformaciones. Todos estos hechos años más tarde los comencé a plasmar en una novela llamada “Alma Guerrera”, pero eso es tema para otra ocasión.
Así avanzó mi infancia y parte de mi adolescencia entre fantásticas historias que desarrollaba con mis juguetes y seres que creaba con el lápiz durante horas, recostado en mi casa frente a una puerta abierta o a los ventanales para proporcionarme de una buena fuente de luz. Y ni hablar de los libros que mi madre me tuvo que leer por temas académicos que me fueron nutriendo poco a poco de sueños.
Hasta que por razones que ni mi oftalmólogo pudo explicarse mi vista comenzó a decaer. Poco a poco mis ojos comenzaron a demandar más luz para poder seguir dibujando, y me comencé a dar cuenta porque ya no lograba dibujar bien a todas horas del día, sino solo en ciertos horarios y con un clima en particular. A pesar de esto no me di por vencido, no dejaría mi mundo botado.
El esfuerzo que hacía para seguir con mi pasatiempo no me bastó.A mediados del año 2006 ya no pude seguir y mi historia se volvió oscura. Creí que ya no había nada más por lo que continuar, y la vaga esperanza que tuve de recuperar mi vista por completo para estudiar paleontología se sumergió en el abismo.Amaba todo aquello que trataba de dinosaurios, y sí, formaban parte de mi mundo ficticio, al igual que los otros seres que en su mayoría eran dragones y fieros guerreros.
Sin querer alargarme mucho con esto, ya que después iré citando con detalle los acontecimientos cuando hable de libros en concreto, mi vida dio un giro en 360 grados gracias a un profesor de literatura llamado Emilio quien, en los exámenes para poder aprobar el curso, puso un par de cuentos de ciertos autores, a los cuales les dedicaré un apartado exclusivo, que me hicieron darme cuenta de que la vida seguía, y que aún quedaban sorpresas para mí.
Bueno, este es un resumen de como llegué a disfrutar de escribir, ya luego podré ir hablando de cosas puntuales. Muchas gracias por leerme.
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