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  • Foto del escritorLuis Montenegro

Los Tesoros de los Dioses N°2: Coral, a muy poco de su lanzamiento en Amazon.

Actualizado: 27 oct 2019

Sí, justo como lo dice el título de la entrada, ya queda muy poco tiempo para que Coral, el primer libro de esta saga llamada Los Tesoros De Los Dioses esté disponible para todos.


Después de tanto tiempo de trabajo puliendo este libro, finalmente puedo decir con mucho orgullo que ya está listo. Y no solo yo espero que sea bien recibido por los lectores, también quienes me acompañaron en este difícil camino: ya sea dándome comentarios al leer los primeros borradores, también quienes me dieron una mano con las correcciones finales, e incluso quien trabajó en las ilustraciones que tiene el ejemplar que saldrá a la venta. Todo esto ah sido un recorrido complicado, que consiguió salir a la luz con perseverancia, de la misma forma que saldrán los siguientes tomos de esta historia.


En la entrada anterior les compartí la sinopsis de mi novela, ahora les dejo por aquí el prefacio, y más abajo el enlace para conseguir los primeros tres capítulos de forma gratuita, para que puedan ir degustando esta novela que ya casi ve la luz.


Año 9725.

Selenita, capital de Terra.


Luego de dejar la montura en las caballerizas y alivianar su carga, bajó corriendo a la playa sin importarle la lluvia torrencial que llevaba casi cuatro días sin escampar.


Había regresado hace unas horas de la última misión asignada por su señor, en la que permaneció por siete meses como guardaespaldas de un poderoso gobernante de las tierras del sur.


Corría a ver a su amada. añoraba verla, estrecharla en sus brazos, decirle cuanto la extrañó y pensó este último tiempo lejos. La había llevado en su corazón, como lo hacía cada vez que emprendía rumbo siguiendo órdenes, y ese deseo ferviente de verla y tocarla era el que día a día lo hacía querer seguir viviendo.


El amor los enlazaba, a pesar de que ambos se encontraban distanciados por limitaciones naturales puesto que pertenecían a razas muy diferentes; y si se añadían los prejuicios de las personas, el estar juntos resultaba una verdadera proeza.

Se quitó la capucha impermeable para ver mejor, y sintió los fríos goterones resbalar por su rostro.


Preocupado por ella, ya que no la veía por ninguna parte, se detuvo a observar. Siempre se reunían allí, junto a las rocas que el mar abrazaba por las noches dejando abundantes charcos en donde su amada podía retozar mientras se mantenía con él en la superficie; sin embargo, hoy no estaba.


Los vientos se mostraban furiosos y las olas estallaban en las rocas más próximas. “Quizás todo conspiró en su encuentro”, pensó. “Pero si yo fui capaz de salir del abrigo de mi hogar ¿Por qué ella no pudo hacer lo mismo?” se preguntaba temiendo que el amor se hubiese extinguido de su corazón.


La tristeza lo cobijó en su regazo, y cuando creyó caer en la desesperación a causa de la angustia, advirtió un bulto en la arena a unos cien metros, empapado en sangre.

Su labor como caballero se impuso sobre sus emociones, y convencido de que alguien necesitaba ayuda, se acercó presuroso. No obstante, al estar a escasos metros del cuerpo, se llevó la fatal noticia de que se trataba de Coral, su amada.


Allí estaba ella, respirando dificultosamente sobre la arena: alguien o algo la había atacado. A juzgar por la herida de muerte que tenía en su abdomen dejando a la vista las vísceras seguramente no viviría por mucho tiempo, así que debía actuar con urgencia.


Sintió que su corazón se fragmentaba en mil pedazos, y que nada más le quedaba morir desangrado.


Clavó las rodillas junto a ella, examinando la mejor posición para llevarla en brazos. Pero cuando se disponía a tomarla, Coral abrió los ojos con esfuerzo, conectando su agonizante mirada con él. Percibió en ese instante que la vitalidad se desvanecía de sus pupilas, como si se tratase de la débil llama de una vela dispuesta en una brisa cuyo único final es extinguirse.


— Amor, no te esfuerces —le dijo él en un delgado hilillo de voz, que por un momento pensó que ni siquiera había escapado de sus labios—. Te llevaré con el curandero. Debe existir una forma de salvarte…


Coral abrió la boca tratando de articular una palabra que fue ahogada por la sangre que se le derramó por las comisuras de los labios. Él le giró la cara con suavidad, consiguiendo que el espeso fluido carmesí se fundiera con la arena empapada. Volviendo a intentarlo, fue acallada nuevamente por la sabia vital que no dejaba de derramarse.


— Por favor, Coral, no te esfuerces —le insistió con la voz quebradiza.


Las perfectas facciones de la mujer se fueron opacando, al igual que el azul de las pupilas y el brillo dorado de los cabellos… poco a poco la vida se extinguía de sus carnes.


El hombre comenzó a sentirse sin aliento, ya la presión del pecho era demasiada, estaba a un paso de la histeria. Solo deseaba gritar a los cuatro vientos que alguien lo ayudara. ¡Ella se moría! pero la vivienda más cercana estaba a varios minutos de allí; fuese como fuese, Coral perecería de todos modos a la orilla del mar, o en sus brazos camino al hogar de algún curandero.


— A, A, Al… —farfulló ella, presa de espasmos.

— No, por favor, Coral, descansa.


La mano de ella lo aferró del antebrazo, apretándolo suavemente. Cuando logró tener la atención de su amado plenamente, la sirena separó los labios, y realizando un último esfuerzo antes de rendirse al cansancio, dijo:


— Alí, mira a tu espalda.


Luchando contra el dolor que le retorcía las entrañas, Alí se incorporó, y al voltearse cruzó miradas con una feroz bestia. Se trataba de un dragón negro adulto, que los contemplaba a unos doscientos metros.


Al descubrir la sangre que le chorreaba del hocico, supo que había sido el atacante de su amada Coral; aunque no era lógico puesto que los dragones negros no acostumbraban a bajar a las zonas costeras, normalmente preferían cenagales o ríos.


La criatura intercambió miradas con el caballero, y entornando los ojos solo dejó una rendija ardiente que desprendió intensos fulgores, algo bastante inusual en este tipo de dragones.


Alí no llevaba espada, no obstante avanzó a paso firme hacia el ente, observándolo como si se tratase de un demonio de aquellos que acostumbraba a eliminar en sus misiones.


El dragón lo esperó expeliendo volutas de humo de sus hoyuelos. Conocía de antemano el destino de aquel hombre: inevitablemente perecería empalado en sus afiladas garras. Sin embargo, el animal se inquietó como si algo dentro de su cabeza no estuviese bien… hizo ademán de llevar las manos a su cráneo, gruñó y se revolvió en el lugar dando una sensación de sufrimiento. Entonces los ojos del ser se abrieron desmesuradamente liberando destellos azulados, y cuando Alí lo tuvo a menos de cinco metros, echó a volar, hendiendo el firmamento con un rugido, al tiempo que un rayo estallaba en las alturas.


La impotencia lo atenazó, y se juró no descansar hasta encontrar al monstruo y matarlo. Si tenía que cruzar las seis tierras señoriales, lo haría. La imagen de aquellos ojos no la olvidaría, y sería su medio para reconocerlo entre otros dragones de la misma especie.


Cuando la bestia fue solo un punto negro a la distancia, regresó con Coral y recibió el impacto más doloroso de toda su vida al descubrir que era muy tarde… había muerto.

Se dejó caer junto a ella sin esperanza, como si fuese un cuerpo despojado de todo rastro de felicidad. La apretó contra su cuerpo a pesar de la sangre, y se descubrió sin voz, la angustia se había apoderado de él.


Inclinándose posó la frente en el pecho inerte de su amada. Buscaba en lo más profundo de sí aquel grito que anhelaba soltar en una mezcla de impotencia, rabia y tristeza. Cuando lo sintió venir, la lluvia se fundió con lágrimas y sangre, al tiempo que un desgarrador lamento se perdía por entre las nubes grises.


Aquí el enlace para descargar la muestra gratuita:

Espero lo disfruten y compartan.




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